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Estudio Para La Mujer Desnuda- Tamara Nabel

En relación con otras ramas del arte, como la plástica o la música, el teatro ha permanecido inmutable desde sus primeras manifestaciones en la antigua Grecia. Con leves adaptaciones (sobre todo en la dramaturgia) al estilo de la época, el acto teatral perdura a traves del tiempo aguantando los embates de una modernidad que conquista otras manifestaciones pero parece no tener lugar en el escenario.

Quienes, como esta autora, sean amantes de la plástica, entenderán el sentido del párrafo anterior. Basta con comparar una pintura de Giotto con un Rothko para asimilar lo mucho que la pintura ha cambiado, cómo el sentido de lo visual y la experimentación de un cuadro han evolucionado. La modernidad en el arte no exige comprensión sino experimentación, importa el golpè de efecto y la sensación en quien especta mucho más que la intención de quien pinta. Muchas veces, incluso, nos encontramos mirando un cuadro sin entender bien la sensación, queriendo asirnos a algun concepto, buscando sin éxito pistas de la intención, cuando nos acercamos a leer el título de la obra y de repente empezamos a hacer algo de sentido. Picaso, se me viene a la mente. Tal vez Miró. En fin, ya está de plástica.

Valga la introducción para hablar de Estudio para La Mujer Desnuda. Una verdadera obra de arte moderno en clave teatral. Psicodélica, estimulante, bella, dinámica, incomprensible. Con una gran relevancia en lo visual, esta obra nos propone a los espectadores una experiencia sensorial a la que no estamos acostumbrados: lo no figurativo. Por supuesto hay un sentido y una idea fuerte atras de esta propuesta, y estan todos los elementos que hacen al teatro, teatro, pero la gramática no es clásica. La sensación de extrañeza que despierta tiene que ver con esto: entendemos las letras, pero no podemos leer la palabra. ¡Bienvenida la modernidad al teatro!

Hacer un comentario de los elementos aisaldos de este espectáculo sería criminal. Vuelvo a recalcar lo extraordinario de la propuesta vistual, del vestuario y del trabajo lumínico, lo cual no es de extrañar en esta pieza plástica-teatral. Me reconozco incapaz de aportar más luz a cerca del transfondo, de la idea atras de esta puesta, de la metáfora: no solo no soy uruguaya sino que aparte no leí, aún, nada de Armonía Somers. Me quedo con mis años de Historia del Arte y con mi poquito conocimiento de arte moderno para aportar cierta luz a quienes, como nosotros, no hayan podido comprender del todo lo que estaba pasando. Lo primero que hay que sacarse de encima son los prejuicios. Hay que ser preguntarse si se esta disfrutando o no y ser honestos. Fer es amante de Rothko, a mi no me genera nada. Es muy personal y hay que confiar en que no hay respuestas correctas o incorrectas. Después, hay que vaciarse de sentido, resistir la tentación de buscarle lógica y dejarse atravesar. Una vez que la experiencia terminó podemos intentar hacer síntesis. A traves de los elementos conocidos que encontramos, con el título de la obra, incluso la historia del autor muchas veces nos aporta cierta luz. ¿Es complejo? si, claro que si. Pero el potencial es infinito, porque mucho de lo entreverado, lo completamos con un sentido propio cada uno de nosotros.

En resumen, aplaudo, nuevamente a la Comedia Nacional por esta increible e infrecuente inmersión en la modernidad teatral. Su creadora Leonor Courtoisie tomó un riesgo mayúsculo y desde este espacio celebramos y apoyamos la toma de riesgos, porque eso hace al avance del estado del arte. Invitamos a todos a ir al Solis y a hacerlo con la cabeza bien abierta. No se van a encontrar con otra oportunidad en mucho tiempo.

Por tamaranabelok

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