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Gala Lírica – Opera Joven – Teatro Solis

El 3 de abril pasado, al cobijo de la sala Delmira Agustini del teatro Solís, el colectivo musical OPERA JOVEN nos invitó a un recorrido musical desde Handel hasta Puccini, pasando por Mozart, Verdi y Bellini.

Hay una cuestión que, como emigrados (y virtualmente recién llegados), tengo que respetar cuando hago estas crónicas, al menos durante un tiempo más: Todavía estamos acomodándonos al circuito, aprendiendo las dinámicas y, en el singular caso de la ópera, conociendo a la gente.

Dicho eso diremos que las galas son una mezcla rara entre el deseo de los asistentes de escuchar hits, la necesidad de los cantantes de mostrar lo diestros que se han puesto en la pieza que prepararon y entre unos y otros, la construcción de un espacio espontáneo en donde, a pesar de no contar ni con escenografía ni con vestuario referido al tema, entendemos todos que hay un pacto poético que de todas formas exige una mínima interpretación.

Además, hay siempre una expectativa de vernos a todos con nuestras mejores galas, algo que del lado del público se ha perdido por completo pero que desde el escenario, se mantiene y con altos niveles de exigencia, se puede mencionar, por qué no.

En ese universo tan particular de las «Galas Líricas» y en ningún lugar mejor que el mismo Teatro Solís, este emprendimiento que pone foco en el estímulo de la Opera en el Uruguay estuvo a la altura, y sobresalió en varios frentes.

Podemos sacarnos de encima lo trivial y superficial primero: Estaban todos hermosos. La presencia de todos los cantantes, con sus estilos y elecciones de vestuario hicieron fanfarria de juventud y belleza. Los ojos agradecidos.

Nos ofrecieron dieciséis arias con identidades de todos los tiempos, con todos los estilos e incluso una pieza de zarzuela. No vale la pena y no sería justo hacer aquí una descripción detallada de cada performance, todas acompañadas en el piano por la maestra Mariana Airaudo (que junto con Nicolás Zecchi, que cantó en la gala, pertenecen al grupo fundacional de Opera Joven).

Todos los cantantes tuvieron su oportunidad de brillar y la mayoría lo hicieron. Lo hicieron con la iluminación sobre su figura, sin la distracción de la actuación ni el marco de la escenografía. Su voz, su técnica y sus ganas de mostrarse. El resultado fue muy bueno. Tenemos en Montevideo talento que no debemos envidiar a nadie. Talento joven además, con mucho para crecer y lograr cosas. Si hubiera que nombrar especiales, este cronista, recién llegado a este puerto, dirá que seguirá con atención las próximas presentaciones de Alfredo Belloni y Florencia Santini, que, a humilde interpretación de quién firma, conectaron de manera saliente con la música y las cien personas del público.

Una nota en el final: Luego de los aplausos iniciales, se nos comunicó que Opera Joven presentará en la sala Zitarrosa Don Giovanni de Gazzaniga a mitad de año y desde este espacio extendemos la invitación a concurrir a ese espectáculo.

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La Flauta Mágica – Por Fernando Johann

Si por cuestiones de originalidad (o entretenimiento) a partir de lo nuevo/desconocido uno fuera a la ópera, la experiencia sería toda una frustración sistemática. La ópera es un género muy vivo, es cierto, y hay miles de representaciones a lo ancho y largo del mundo todos los años que se realizan por primera vez en la historia. Composiciones que se estrenan. Autores y compositores que saltan a la luz.

Ese proceso se da, sin embargo, en un contexto más bien de apreciación de lo histórico. Eso es así al menos si lo miramos estadísticamente ya que, si uno busca la información verá, los compositores más representados y las óperas más realizadas son todas al menos del siglo XIX. De ahí para atrás. En ese espacio, la obra que nos ocupa está este año en segundo puesto (hasta ahora, detrás de La Traviata de Verdi que también nos ofreciera juventus lyrica en mayo).

Es decir, nadie espera realmente ver algo original cuando nos sentamos en la butaca del teatro, los diálogos son en su mayoría conocidos, la historia está incorporada, los finales ya se han compartido. Pero hay sin embargo una intención de ver como lo hacen “esta” vez, y dejarse sorprender si es que por caso, aparece algo fuera de serie que nos deja boquiabiertos.

La decisión de Juventus Lyrica, a través de su realizadora María Jaunarena,  fue en este espacio, una que resulta algo comprometida. La puesta de este año 2019 hace eco de muchísimo de lo hecho en 2013 con el mismo título, en algunos casos hasta con el mismo cantante (Gabriel Carasso, otra vez impecable como Papageno) en el mismo rol, poniendo sobre la mesa la idea de una reposición.
Las notas escénicas son, entonces, más o menos las mismas, con muy buenos recursos de escenografía para partir la acción, y mostrando una semiótica muy en concordancia con el el libro original de Emanuel Schikaneder. El espectáculo pasó la noche del viernes 26 de junio por completamente otro lugar. La música regalada en la obertura por parte de la orquesta liderada por Herr Schwartzman fue lo mejor, sin lugar a dudas, que se escuchó en el teatro avenida en mucho tiempo. No puedo sino deshacerme en loas. Una caricia que va literalmente al alma. Inolvidable.

La historia es ciertamente compleja, a la vez que mágica y absolutamente ficcional, pero si hubiera que narrarla rápidamente deberíamos decir que:
El príncipe Tamino (Nazareth Aufe) se adentra en una tierra extraña donde se encuentra con una serpiente espantosa, se encuentra con Papageno, el cazador de aves y los Tres Asistentes de la Reina de la Noche (Laura Penchi, Verónica Canaves, Rocío Arbizu), que los confían a Pamina (Jaquelina Livieri), la hija de la Reina (Oriana Favaro), secuestrada por Sarastro (Walter Schwartz).
Tamino y Papageno llegan al reino de Sarastro solo para descubrir que contiene El Templo del Conocimiento, donde se les presentan 3 desafíos para completar antes de que puedan encontrar la iluminación, el verdadero amor y liberar al mundo del mal.
Con la ayuda de una flauta mágica y campanadas mágicas, el mal es desterrado, las personas pueden vivir una vez más a la luz del Sol y Tamino se une a Pamina, mientras Papageno descubre Papagena (Ana Sampedro).

Las reglas del singspiel, tipo de opereta con diálogos hablados, como La Flauta Mágica suelen ser simples pero a la vez de mucha libertad. Al ser en alemán, es común que algo de acento se cuele en los parlamentos, cosa que pasó, de modo para nada parejo entre los cantantes.

El dúo inicial entre Livieri y Carasso, así como el desempeño general de estos dos cantantes fue particularmente destacable. Livieri llenó la sala de voz en cada intervención y Carasso el escenario con su composición del personaje del pajarero en cada aparición.
La perla de la noche fueron los tres niños, confirmados por el aplauso al final de la función, en esta oportunidad interpretados por tres jóvenes cantantes (Sol Sánchez Arteaga. Micaela Sánchez Arteaga y Abril Roitman) a las que prestar atención en lo venidero. Como se dice en el léxico futbolero, la descosieron.

Sin dudas esta nueva puesta Juventus Lyrica es una que vale la pena ir a disfrutar y festejamos desde esta columna el éxito de taquilla que se pudo ver en las dos primeras funciones, colmando las más de 1000 butacas del recinto.

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Hamlet – Por Fernando Johann

Por la cómoda suma de un poco menos de diez dólares o trescientos cincuenta pesos argentinos a la fecha, se puede conseguir en mercado libre la versión original en francés de “Hamlet, el príncipe de Dinamarca” que co-escribiera A. Dumas, en 1847, y cuyas representaciones gozaran de impresionante éxito en Paris.
Dos décadas antes, en la misma ciudad, se dió un extraño caso de Opheliaphilia, consecuencia de una impactante performance del personaje en la puesta de la misma obra de teatro, en esa época en inglés, por parte de una compañía inglesa, invitada a presentarse en el teatro Odeón de la capital francesa.

Estos dos eventos (más bien procesos) pueden ayudar a explicar el fenómeno de la ópera que nos ocupa.  Louis Ambroise Thomas, estrenó esta obra el 9 de marzo de 1868 en la ópera de París. En un principio el papel protagonista lo escribió para un tenor, pero al no haber ninguno disponible que se adaptara a sus preferencias, lo reescribió para barítono, siento cantado la noche del estreno por Faure. El libreto es obra de Michel Carré y Jules Barbier. Hamlet alcanzó un clamoroso éxito, lo que permitió a su autor acceder a la dirección del Conservatorio de París como sucesor de Auber.

Thomas fue un prolífico compositor francés del siglo XIX al que Hamlet encontró en la segunda mitad de su carrera. La complejidad de la composición puede ser testimonio de un artista maduro, más cerca de una búsqueda final que en la construcción de un estilo. Los espacios disponibles para la conversación (enunciativa) y la actuación (más teatral que operística) que se abren en el libreto hacen pensar en un compromiso con el proceso, con el momento de la época, con la épica de la historia.

La puesta de Juventus Lyrica de esta ópera tiene una miríada de ópticas disponibles que vale la pena poner en “papel” al menos para este cronista:
En primer lugar, el Hamlet que se presenta en el Teatro Avenida de Buenos Aires no es el original. No lo es en espíritu, en la cadencia de la rima, ni en la cosmovisión de los personajes (que adicionalmente alguno falta). Es sin embargo uno de los mejores que ha visto la ciudad, ya ni siquiera como adaptación, simplemente como evento teatral. Los artistas, todos, pero con Noguera a la cabeza (Hamlet) y el aporte indiscutible de Carasso (Polonius, Bernardo, un sepulturero y un comediante) se conforma en una puesta que sensibiliza desde la actuación pura.

En segunda instancia mencionar que la música, al menos en la noche de estreno, batalló con la partitura de Thomas, sobre todo en la sección de los vientos (abundantes para brindar un ambiente de corte real) y que la mano de de Hernán Schvartzman fue templando con el correr de los actos.

Un tercer tema aparece al considerar la exigencia que la historia tiene desde el punto de vista escénico. Interiores, exteriores, un balcón de torre, un río, un cementerio. Dicho así parece imposible ponerlo en escena. La simplicidad de la propuesta de María Jaunarena sin embargo, abrazó todo el desafío, nos proporcionó a los espectadores con lo necesario (flores, un pozo con tierra, elevaciones e iluminación) y dejó, de manera muy efectiva, que nuestra imaginación y apropiación de la historia hicieran el resto. La escenografía, con telones translúcidos y elevaciones fue versátil y logró su cometido.

En cuarto lugar (notar que esta lista no está ordenada de ninguna manera), decir que el protagonismo pendulante de los cantantes fue una firma de la noche. De manera bastante literal, bajo, barítono y soprano se pasaron la pelota musical, mediados por dúos que funcionaron de manera sólida. Impresionante performance de Mario de Salvo en Je t¨implore, ô mon frère! Laura Pisani, impecable cada vez, muy conmovedora en aria de la locura, antes de que su personaje se ahogara. Armando Noguera como Hamlet y completando el trío, en una performance que no deja espacio para el comentario, verdaderamente es menester escucharlo.

Finalmente, dar lugar a la iteración e intervención expresiva sobre el texto de Shakespeare. Parafraseando a Borges diré que, a pesar de los obstáculos, el interpretativo Hamlet de Juventus Lyrica existe en un tiempo más presente que el original y rescata con otro código, un espíritu en el que la filosofía del original, todavía presente, se hace tan necesaria como siempre. Un espectáculo muy recomendable.


Elenco
Armando Noguera – Juan Font (Hamlet)Laura Pisani – Constanza Díaz Falú (Ophélie)Mario de Salvo (Claudius)Sabrina Cirera (Gertrude)Santiago Burgi (Laertes)Felipe Cudina Begovic (Fantasma)Gabriel Carasso (Polonius)Gabriel Vacas (Horatio)Maico Xiao (Marcellus)Sepultureros: Gabriel Carasso, Maico XiaoComediantes: Gabriel Carasso, Santiago Burgi, Germán Valenti
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Gianni Schicchi/Pagliacci – Por Fernando Johann

En una puesta doble, que ya se practicó en otros escenarios (por ejemplo con Plácido Domingo cantando de tenor en la primera y dirigiendo la segunda), Juventus Lyrica nos invita al Teatro Avenida a ver composiciones cortas pero contundentes de perfil verista. Por un lado con el comentario dantesco de la impostura, por otro en la furia de los celos y los bajos instintos.

Con un elenco extenso y profundo (muchos roles en todas las cuerdas, coros), el teatro nos recibió a los espectadores con una espineta electrónica en la puerta y cantantes que animaron el trabajo de los acomodadores. Sobre los palcos se lucía una iluminación que simulaba el interior de una carpa de circo. Una decisión que, como cada vez que suceden ímpetus de diferenciación, festejamos desde este espacio.

La dinámica que apela a la sonrisa se mostró efectiva, un humor útil a pesar del paso del tiempo. Este cronista observó que la sala lo disfrutó. “La ópera cómica es el niño problemático de una forma de arte ideada para apuntar más alto”. Esto último no es mío pero no puedo evitar hacer público mi acuerdo.

Este es un medio excepcionalmente equipado para abordar grandes problemas humanos, morales y políticos a través de historias de pasión y corrupción, justicia y venganza, crueldad y heroísmo, mediados por el poder sin paralelo de la música para dar forma a nuestras respuestas. Esperamos que nuestros dramas sean más grandes que la vida en el escenario operístico; a veces no pasa. Gianni Schicchi es una encantadora sátira sobre lo cotidiano – o el pecado mortal – de la codicia.

No es coincidencia que el nombre, si no la trama, provenga de Dante. El Schicchi de Puccini no es sin embargo un loco, sino un campesino falsamente estúpido que sabe exactamente lo que hace cuando embauca a sus superiores sociales al sacarlos de su herencia.

La mitad inicial tuvo puntos altísimos. El aria: Firenze è come un albero fiorito en la voz de Pablo Urban fue uno de ellos sin dudas. La labor de Luis Gaeta, en la piel de Gianni Schicchi, a lo largo de la hora completa fue a la vez intensa y simpática. Lo justo que se exige de este rol. La gente aplaudió contenta.

El Verismo es un estilo de ópera de finales del siglo XIX que se esforzó por llevar el realismo a la ópera. Con su nombre derivado de la palabra vero (italiano para verdadero), el estilo verista es todo menos escapista: representa los personajes ordinarios y las emociones cotidianas de su tiempo, en particular su lado más oscuro. También, hay que decirlo, en situaciones que se viven predominantemente en ambientes precarios y de grandes impedimentos económicos y sociales.

Pagliacci, la segunda ópera de la noche, es un oscuro relato de desamor en una compañía de teatro ambulante. Compuesto en 1892 por Ruggero Leoncavallo (1858-1919), el argumento se desarrolla en una pequeña y anónima población de Italia entre los campesinos contemporáneos, y gira en torno a la infidelidad y la venganza violenta.

Luego del intermedio nos encontramos con la misma escenografía, salvo por pequeños retoques y acciones por parte de los artistas que nos modificaron el paisaje detrás del telón. Anna D Anna en sus decisiones de realización, favoreció a la practicidad por sobre la especificidad.

El prólogo, responsabilidad de Juan Font, fue impecable. El bajo fue también quien encarnó luego a Tonio con una performance para guardar. En otro nota alta la orquesta sonó sólida a lo largo de las dos presentaciones. Perdiéndose en el empaste, como debe ser para poder disfrutar de la experiencia de forma holística.

En el argumento Nedda, esposa de Canio, está desencantada de su matrimonio y ha encontrado eco en el corazón de un aldeano, casualmente por donde la compañía pasa ese día. Canio finalmente, enfermo de celos y habiendo descubierto el engaño mata a su esposa y su amante

Al tratarse de una historia sobre el teatro, naturalmente aparece la tintura barroca en donde el arte copia a la realidad y esta particularidad desde la actuación se logró con mucha eficiencia. Los coros participantes estuvieron a la altura, en la opinión de este espectador, con menos caudal que el necesario.

La labor de Marcelo Gómez fue impecable desde lo vocal, el rol le queda muy bien en lo físico. Nedda, Carolina Gómez en la fecha del viernes 24, interpretó «Qual fiamma avea nel guardo» de manera impresionante, que conjugada con la sutileza del dúo con Silvio (Fernando Grassi) cerró una noche formidable. La ópera del Teatro Avenida, abre la carpa, pasen y vean.

Elenco: Luis Gaeta, Juan Font, Laura Polverini, Ivana Ledesma, Pablo Urban, Santiago Martínez, Marcelo Gómez, Vanesa Aguado Benítez, Carolina Gómez, Fernando Grassi, Milagros Seijó, Gabriela Kreig, Lautaro Chaparro, Tomás Cuadra, Lucía Alonso, Lorena Cisneros, Max Hochmuth, Felipe Cudina, Carlos Esquivel, Leandro Gauna, Eleonora Gaudelli, Carolina Mion, Mirko Tomas, Jessica Abraham, Ariel Casalis, Matías Herrera y el acróbata Jeferson Queipo junto a otros artistas de circo.

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Opera

El Murciélago – Por Fernando Johann

Hay una puesta no del todo reciente pero tampoco vieja, de esta misma opereta en la Frankfurter Opernhaus en 2011 en donde el director se permite algunas licencias. Entre ellas, comenzar lujuriosamente con escenas del segundo acto, mucho más dinámicas que las escritas para seguir al final de una obertura tan alegre como la de El murciélago. En dicha puesta, disfrutada democráticamente por streaming en todo el mundo, se generaron numerosas polémicas sobre las decisiones tomadas por parte del regisseur.

No puedo sino pensar en que de eso se trataba todo. Me explico. La música de esta opereta es increíble. El Fledermaus Walzer es sin dudas uno de los hits a la hora del Vals en las fiestas y por qué no, una referencia de cultura popular fácil de hacer. Las melodías de la obra son contagiosas, tanto los momentos altos como en los bajos y las oportunidades para lucirse por parte de los cantantes abundan. Johann Strauss II (con la ayuda en el libreto de Karl Haffner y Richard Genée) compuso una pieza inmortal, fina y divertida. Cualquier similitud con La Viuda Alegre de Lehàr, no es coincidencia ya que ambas tienen como raíz obras de Henri Meilhac y Ludovic Halévy.

Dicho todo esto, El Murciélago es una operetta y las operetas son para vivirlas. No en vano traducen las partes habladas (sin recitativo) en muchos lugares del mundo, sólo para que los chistes y bromas sean más cercanas al público (muchas veces relacionándolas con la coyuntura política y/o social de las ciudades y países en donde se representa).

En la versión de Juventus Lyrica que nos ocupa se optó por una opción respetuosa del original. Con todo en el orden escrito, las voces en el registro determinado por el compositor (también se suele cambiar esto) y una representación de época, con un poco de art decó despojado y minimalista, sin mucho que discutir. La mano de Anna D Anna resolvió con practicidad los cambios de escena siendo particularmente interesante el paso de palacio real a una cárcel de ciudad pequeña.


El ataque de la orquesta en la obertura siguiendo al silencio de la sala a oscuras, fue sublime. Luego, con el transcurrir de los minutos, la batuta de Hernán Sánchez Arteaga hizo que la orquesta literalmente desapareciera detrás de los cantantes. Ese empaste fue exquisito, la libreta de este cronista no pudo registrar nada que no sea un sutil protagonismo de vez en cuando. Bravo.


La historia no es del todo sencilla, lo que ha provocado esfuerzos a lo largo del tiempo por hacerla más entendible, desde un punto de vista literal, al espectador desprevenido. Lo central es una historia de venganza. Un amigo humillado decide devolver favores a su contraparte, diagramando una estratagema que exponga a su “amigo” como mujeriego y de baja moral frente a todos, su mujer y la sociedad que lo tiene como protagonista. En un giro final, todo parece perdonarse (?) al final, responsabilizando a las debilidades de la carne y los excesos.


Sobre el escenario los cantantes tuvieron todos su oportunidad. Las notas salientes sin embargo, se dieron en conjunto. El dúo del primer acto entre Monserrat Maldonado (Rosalinde) y Mirko Tomas (Eisenstein) fue uno de los más altos de la noche.

La opereta tiene un personaje de comic relief, que hace las veces de tenor, siendo naturalmente tenor el cantante que lo representa. Santiago Martinez se puso en la piel de Alfred y su voz hizo del inmenso Teatro Avenida una sala pequeña. Independientemente de la participación lateral en la historia, su performance fue por mérito propio, protagonista de la noche y la platea lo reconoció en el saludo luego del telón.

Se optó por un solo de violín y piano que vino a demostrar en el talento de los músicos, que se puede mirar y oír hipnóticamente durante un tiempo indefinido si la performance lo permite.

Hay que mencionar también los esfuerzos coreográficos, que no fueron pocos y que por momentos impresionaron a este espectador. Un momento interesante, gracioso y honesto, fue el que se aprovechó del argumento en donde uno de los protagonistas pide perdón por su francés deslucido, hiato en el que voltea a la platea y solicita a su vez una licencia para el alemán que hablan sobre el escenario. Fresco. Relajó mucho el ceño de algunos.

Gabriel Carasso, como ya nos tiene acostumbrados, se comió el escenario y la respuesta de la platea es ya una dinámica que el cantante puede, al parecer, controlar. Cantó con autoridad y actuó con frescura.

Juventus Lyrica se hace cargo con El Murciélago de un relato difícil. Difícil de explicar y representar. Difícil de digerir si uno se lo toma literal y difícil de ignorar si se está apenas presente. La tarea está cumplida pero requiere del esfuerzo del público y eso está muy bien.


Dirección musical: Hernán Sánchez Arteaga
Dirección escénica: Ana D Anna
Elenco:
Rosalinde: Monserrat Maldonado (11, 13 y 17) – Ivana Ledesma (19)
Adele: Laura Penchi (11, 13 y 19) – Constanza Díaz Falú (17)
Eisenstein: Mirko Tomas (11, 13 y 17) – Justo Pastor Rodríguez (19)
Alfred: Santiago Martínez (11 y 17) – Pablo Urban (13 y 19)
Falke: Ernesto Bauer (11, 13 y 17) – Gabriel Vacas (19)
Frank: Gabriel Carasso
Blind: Patricio Oliveira
Orlofsky: Rocío Arbizu (11 y 17) – Griselda Adano (13 y 19)
Ida: Lucía Alonso
Frosch: Carlos Kaspar

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Infantiles Opera

El Barbero de Sevilla – Por Fernando Johann

“Una ópera es una obra de teatro con música. En la ópera, los actores en el escenario son normalmente cantantes, en lugar de actores. La historia está contada en canciones y por la música de la orquesta. Y al igual que las obras de teatro, las óperas también pueden ser muy emocionantes. La ópera llena los oídos, los ojos y la mente.”

Eso es, palabras más palabras menos, lo primero que escuchan los chicos durante el paseo pensado para niños de la Ópera de Sydney en un intento por acercar este mundo a los más pequeños. Tarea que es a la vez, titánica y esencial. Con mucha más sensibilidad, Juventus Lyrica, ya en una parada necesaria del año, no sólo acerca a los niños sino que los sumerge de manera interactiva y comprometida, dentro de la ópera.

Continúan en Sydney: “Mucha gente, cuando piensa en la ópera, piensan en una mujer parada en el escenario haciendo un sonido horrible. Se imaginan a esta mujer chillando a todo pulmón… bueno, la ópera suena así a veces pero sin embargo, estos sonidos siempre son parte de una historia. No tiene sentido escuchar estos sonidos sin conocer la historia.”

Juventus lyrica se aparta con habilidad de este problema. Con magistral habilidad, la adaptación de María Jaunarena es simplemente exquisita y los niños, y también los padres la han disfrutado muchísimo. No siquiera como un acto que hay que disfrutar, sino como un momento que se hace disfrutar.

Risas por doquier, preguntas a padres tutores o encargados, los niños estuvieron atrapados en la teatralidad y musicalidad de la propuesta desde el minuto cero. El humor es inteligente y no menosprecia a nadie. Hay que decirlo, la pieza elegida se presta, en su carácter bufo, ideal para la empresa, pero no le quita eso ni un ápice de mérito.

Funciona muy bien todo. Hay que irse aplaudiendo y contento. Dentro de ese funcionamiento orgánico está la nota saliente de Gabriel Carasso como Fígaro, y Walter Schwartz cómo Basilio. La dinámica en escénica fue un poco menos vistosa que el lance del año pasado (La cenicienta, en la misma sala) y eso puede haberse notado en los más jóvenes de la sala en donde el apoyo visual es el pilar más fuerte del entretenimiento.

La orquesta sonó completa, redonda y en todo momento integrada a la acción. Los cantantes, aunque asistidos por micrófonos por razones prácticas y operativas, estuvieron impecables todos, aún con la dificultad que plantea la agilitá rossiniana en el cambio de idioma al español.

Refresca el alma ver cómo los niños corren al escenario a que los cantantes y músicos les firmen sus programas (que vienen preparados especialmente para la tarea). Es todo parte de un gran espíritu de esperanza para este espacio que debe evolucionar y adaptarse sin dejar de conservar las formas y desafiar a su público.

Parada obligatoria para hacer con chicos. Ah! El horario ideal.

Elenco

Fígaro: Gabriel Carasso – Fernando Grassi

Rosina: Laura Penchi – Constanza Díaz Falú

Bártolo: Roman Modzelewski

Conde de Almaviva: Sebastián Russo – Patricio Oliveira

Basilio: Walter Schwartz

Berta: María Goso – Cecilia Pérez San Martín

Adaptación y versión en español: María Jaunarena

Adaptación musical: Hernán Sánchez Arteaga

Dirección escénica y actoral: María Jaunarena

Preparación y dirección musicales: Hernán Sánchez Arteaga

Director musical asistente: Pablo Manzanelli

Escenografía e iluminación: Gonzalo Córdova

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Opera

El Conde Ory – Por Fernando Johann


Su primera representación en Italia fue el 2 de julio de 1829 en traducción al italiano, Teatro San Benedetto de Venecia. En París, Le Comte Ory permaneció en el repertorio durante veinte años consecutivos, declinando después, cuando la existencia de una nueva escuela de canto hizo prácticamente imposible encontrar un tenor que asumiera el papel protagonista. La ligereza, la gracia afrancesada, pero sobre todo la ambigüedad y la amoralidad de esta ópera no fueron apreciadas por el público italiano del siglo XIX. Aún hoy, Le Comte Ory, totalmente revalorizada por la crítica y entrada en el repertorio teatral, no es una de las óperas más famosas de Rossini.

Hemos contado en esta columnas algunas notas ilustrativas de la vida del compositor nacido en Pesaro y en este caso no podemos obviarlas. Rossini era hijo de músicos de segunda fila. Su padre tocaba la trompeta y la trompa, y su madre, a quien él adorada, cantaba papeles secundarios en compañías de ópera ambulantes. El joven compositor realizó sus estudios en Bolonia y escribió su primera ópera a los dieciocho años. Temprano, pero lejos de poder considerarse precoz. Trabajaba por encargo, retocando  óperas y partituras para adaptarlas a los cantantes y al público de los lugares donde se interpretaban, con una dinámica bastante más de oficio que de expresión creativa. Sus primeras obras fueron sobre todo comedias, que se nota, recorriendo el repertorio, que es una dimensión que le calza muy bien, pero si le encargaban dramas serios, también los componía de buen grado.

La historia que nos ocupa es típica y sin embargo no por eso fracasan, Rossini por un lado y Juventus Lyrica por otro en construir un espectáculo entretenido y disfrutable. En Francia, circa 1200, el Conde de Formoutiers y la mayoría de sus hombres han partido rumbo a Tierra Santa para luchar en las Cruzadas, dejando atrás a Adèle, la hermana del conde, y a su compañera, Ragonde. Más o menos hasta ahí podría ser Robin hood y no nos damos Cuenta.

El joven Conde Ory con ayuda de su amigo Raimbaud, se ha disfrazado de ermitaño y se ha puesto una tienda (en nuestra versión de Juventurs Lyrica) junto al castillo. De manera muy refrescante y autóctona, la Regí Maria Jaunarena ha reflejado esta situación en la archiconocida representación de “El Manosanta” de Alberto Olmedo. Este homenaje funcionó impecablemente, tanto en la traducción que hizo el público como en la conexión con la ópera mísma. La mezcla de espiritu hippie con el medioevo es una fusión que empasta perfecto.

Sebastián Russo entrega como el conde, una interpretación impecable desde lo actoral. La proyección de la voz y la afinación fueron instrumentos de una performance que llenó de alegria los corazones, y de goce los oidos.

Al poco tiempo de haberse instalado el ermitaño, Isolier, el paje de Ory, llega con el profesor de Ory, quien lo está buscando. El profesor tiene sospechas sobre la identidad del ahora sabio, y se va para conseguir refuerzos. Isolier, sin embargo, no reconoce a su maestro y le confiesa al “ermitaño” que está enamorado de la condesa.

Victoria Gaeta muestra una capacidad para representar al joven adolescente enamorado que está en un todo de acuerdo con el tono del resto de la puesta. Correcta en todas sus intervenciones, una nota saliente, muy relevante para el Trío debajo de la manta al finalizar el segundo acto (Las comparaciones son odiosas, siempre, pero a mi me gustó más esta interpretación del famoso terceto que el de Juan Diego Flores en el MET2011).

La condesa, (Jaquelina Livieri) que hasta ya desarrollada la acción no conocemos, entra lamentando su melancolía. Para su gran asombro, (no para el nuestro) Ory le aconseja que, para curarse, tenga un amorío, lo cual la lleva a confesar sus sentimientos por Isolier. Mas el “ermitaño” le advierte que no se envuelva con el paje del libertino Ory. Livieri es en esta puesta de Juventus todo lo que dice su curriculum y más también. Lejos la más aplaudida de la noche fue generosa y graciosa en todo momento.

Aparece entonces el Gobernador (Luis Gaeta también muy celebrado por la platea) y desenmascara al ermitaño, para el espanto de Isolier, la condesa, y las otras señoras. Corre la noticia de que los caballeros de las cruzadas regresarán en dos días, y Ory decide realizar otro ataque al castillo antes de que regresen.

Mas tarde en el castillo, las mujeres enojadas observan protegidas una tormenta y se oyen gritos de peregrinas pidiendo socorro desde las afueras del castillo, diciendo que Ory las está persiguiendo. La escena con todas las damas haciéndose las uñas es más bien repetida, pero como todo el resto en la puesta que nos ocupa, funcionó muy bien. Destable la dulzura de la voz de Maria Goso en el papel de Ragonde.

La condesa ordena una comida simple para los invitados y sale. Raimbaud (con un Gabriel Carasso que parece no poder tener malas performances como “sidekick”), quien ha descubierto la bodega del castillo, entra con suficiente vino para todos. La jarana de los hombres da lugar a un cántico religioso cuando oyen que se aproxima Ragonde.

Isolier le informa a la condesa que los cruzados retornarán esa misma noche. Cuando Ragonde se prepara para darles la noticia a los invitados, Isolier descubre quiénes son ellos y decide hacerle una broma a Ory: apaga la lámpara en el cuarto de la condesa cuando Ory llega inesperadamente a visitarla. Confundido por la voz de la condesa, Ory avanza en dirección a Isolier. Aquí se da el trío que marque antes y vuelvo a marcar ahora. Cuando las trompetas anuncian el regreso de los cruzados, Isolier revela su identidad y, a Ory, no le queda otra opción que escapar.

Genial cierre del año para Juventus Lyrica. Por un 2018 igual de divertido, atrapante e interesante.


El conde Ory: Sebastián Russo – Pablo Pollitzer
Condesa Adèle: Jaquelina Livieri – Constanza Díaz Falú
Isolier: Victoria Gaeta
Raimbaud: Gabriel Carasso
Gobernador: Luis Gaeta
Ragonde: María Goso
Alice: Natalia Salardino
 
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Turandot – Por Fernando Johann

No podría hacer un comentario acerca de Turandot, la última e inconclusa ópera de Puccini sin hacer primero lo necesario. Sacarnos de encima lo que todo mundo necesita saber para poder relajarnos y hablar tranquilos. Sin haber tenido nunca la oportunidad, estoy seguro de que ponerse encima el vestuario de Calaf y cantar Nessun Dorma a sala completa (completísima, como estaba el pasado viernes el Teatro Avenida) es uno de los placeres máximos de cualquier tenor. Es también un placer enorme para cualquiera que disfrute la música aunque sea un poquito. Esto se confirma con las reacciones de los cantantes cuando terminan su ejecución y también por la comportamiento del público en cada una de las representaciones de la mencionada aria.

Intervenida de cuanta forma se pueda haber visto en el cine desde “El espejo tiene dos caras” hasta la versión televisiva de Paul Potts en Britain’s got Talent, el momento en el que el real pretendiente anuncia a los cuatro vientos “All alba vincerò!” (al alba venceré), tiene un nivel de energía imposible de controlar y arranca casi sin miramientos tanto lágrimas como piel de gallina de los presentes.

Bueno. En la puesta de Juventus Lyrica del pasado viernes, en el estreno de Turandot, todo eso pasó y más también. Ya está. Queda resuelto el tema. Quien tenga ganas de ir sólo por la primera escena del tercer acto que vaya, no se va a decepcionar. El cantante paraguayo Justo Pastor Rodriguez Sánchez brinda una fenomenal ejecución del hit de Puccini y es una bocanada de aire fresco en materia de tenores en la escena porteña y esperamos verlo enfrentando otras partituras
Ahora sí. Al resto de la ópera.

El “Doctor Fausto” de Ferruccio Busoni, Moisés y Aarón de Arnold Schönberg y Lulú de Alban Berg tienen en común con Turandot, además de ser piezas compuestas en el siglo XX, el hecho de ninguna de ellas pudo ser finalizada por sus compositores. Turandot tiene además un agregado: Puccini, su autor, fue probablemente el primer rock star de la historia. Entendiendo la denominación como la descripción de un personaje que goza de fama, fortuna y talento y que además puede, sabe, y quiere sacar provecho de esa situación. Todo con una relación con el público estrecha, inexplicable, hasta personal.

La ópera que nos ocupa es de un libro relativamente viejo. Turandot, del dramaturgo veneciano Carlo Gozzi (1720-1806) no tuvo su primer lance operístico con Puccini ni tampoco fue este el último. Gozzi fue un autor siempre atraído por los elementos mágicos, mitológicos y  fantásticos del teatro y la conservación del espíritu de la Comedia Dell arte, a contramano de lo que pasaba con la vanguardia del teatro de la época, que se dedicaba a revisar el funcionamiento del teatro y catapultarlo al futuro dejando atrás la comedia del arte. Se debe al libro original de este autor la participación en la acción por ejemplo de Ping, Pong y Pang, en el rol de ministros que en son en realidad arlequinos y en cuyo rol original había hasta elementos acrobáticos.

El argumento no es del todo conocido pero nos resulta a la vez por demás familiar. Un príncipe extranjero, Calaf, se someterse voluntariamente a los acertijos de una princesa, Turandot. Si logra descifrarlos, la princesa se casará con él, de lo contrario morirá. La vuelta de tuerca de Turandot es que al triunfar y encontrar rechazo en la noble virgen, el príncipe propone un desafío a la princesa: adivinar su nombre. Si ella lo consigue, él morirá de todos modos, si la pretendida fracasa se arrojará de todo brío a los brazos de quien la corteja.

La puesta de Juventus Lyrica nos invita a una reflexión respecto de la ópera como un todo: ¿Cuánto es necesario? Cincuenta artistas sobre el escenario son siempre difíciles de acomodar, independientemente del tamaño del escenario que en el Teatro Avenida no es generoso. En su disposición, las decisiones de la Regí Anna D Anna en cuanto a movimiento, escenografía y dramatismo favorecieron únicamente a la música

Hay un personaje difícil en la historia. Uno introducido por el propio Puccini y que logra abarcar parte de la simpatía que debería corresponder a los amantes. Liu es la esclava que sirve al padre de Calaf, y se suicida frente a la alternativa de poner en riesgo la vida del príncipe. Ivana Ledesma, que interpretó el personaje el viernes, fue por lejos la más aplaudida de la noche (muy justificadamente) y esto no es casualidad. A lo largo de la historia se han repetido las plateas que al identificarse con la esclava dejan de prestar atención a los personajes centrales

Dijimos que esta ópera era inconclusa y la forma en la que diferentes directores y teatros han resuelto este problema habla de la óptica artística de los responsables. Puccini, con el libreto completo, compuso la música hasta el momento de la muerte de Liu. La elección de la compañía Juventus Lyrica fue la de informar el cambio de mano musical con una cita fiel a la noche del estreno de la ópera en 1926, utilizando el sobretitulado y continuando tras el silencio con la acción.

La música a cargo del maestro Antonio María Russo sonó justa, consistente y sólida toda la velada. No vale la pena hacer foco en los deslices que fueron meramente una excepción. El coro, compuesto adicionalmente por una sección de niños, aportó cuerpo emocional en los fortes y tuvo intervenciones siempre limpias.

Si uno está distraído, no se da cuenta de que esto es Puccini. Puccini fue un compositor acusado de simplista no pocas veces durante su vida. La música de Turandot es exquisita y no es para nada un ejemplo que pueda utilizarse para justificar dicha acusación. La complejidad de las tensiones planteadas y las ideas que permean en la partitura (tanto las que vienen de la investigación del folklore chino por parte del autor como lo que se aplica de influencias actuales) brillan por su sofisticación. Turandot es una pieza magnífica y, como dijimos al principio, sobran motivos para acercarse a escucharla.

Elenco
(en orden alfabético)
Turandot: Marina Torres – Cintia Velázquez – Svetlana Volosenko
Calaf: Marcelo Gómez – Justo Rodríguez Sánchez
Liù: Ivana Ledesma – Laura Polverini
Timur: Felipe Cudina Begovic – Carlos Esquivel – Nicolás Secco
Y GRAN ELENCO.

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Infantiles Opera

Cenicienta – Por Fernando Johann

Un Rossini radiante decía, allá por 1817: “Antes de que termine el carnaval, toda Roma adorará a mi Cenicienta”. Jugando con la metáfora del propio cuento, el compositor comunicaba así a los presentes su convicción respecto de la ópera que había estrenado de manera catastrófica hace a penas horas.
Menos de un año después de Il barbiere, y con elementos claramente “prestados” de aquel éxito, La cenerentola se presentó al mundo sin pompa, a la expectativa de que  el tiempo le diera la razón al músico. Sin embargo, al pasar del cuento de Perrault a la ópera, la humilde criada que sueña con ir al baile ha perdido todos sus atributos mágicos: aquí no hay ninguna hada madrina que transforme a los ratones en caballos, a las ratas en cocheros y a los lagartos en lacayos con un toque de su varita. Y no es un zapatito sino una pulsera lo que la belleza deja atrás a modo de desafío para que su príncipe vuelva a encontrarla. El Siglo de las Luces ha encendido sus hogueras por toda Europa, y La Cenerentola se centra en las cuestiones candentes de la época, afrontando las divisiones sociales para revelar la crinolina bajo los harapo.
Eso en el papel que se escribiera hace un Siglo. Juventus Lyrica, para esta puesta decidió poner una alternativa que cierra perfectamente con el público objetivo, las necesidades de entretenimiento de estos tiempos y sobre todo, en consonancia con un deseo que ya por demasiado tiempo se ha pasado por alto.
La obra completa en español tiene en cuenta a los niños, a quién la compañía invita al teatro para ver por (quizás) primera vez un espectáculo de estas características. El teatro acomoda a los músicos de manera visible (algo que se debe en parte a las limitaciones de la sala pero que tiene un claro sentido deliberado ya que los instrumentos son siempre atractivos para los niños).
La elección de los colores en el vestuario y la coreografía que dinamiza permanentemente la acción. El humor moderno y apto para todo público así como los lances cómicamente torpes sobre el escenario. Todo apunta a encantar a los niños que reaccionan de una forma mejor imposible frente a uno de los formatos más exigentes para el público que tiene hoy el entretenimiento.
Este cronista asistió a la puesta del pasado sábado con un infante de dos años que no hizo otra cosa que maravillarse durante todo el transcurso de la obra ya sea por las interacciones entre los cantantes, las proyecciones animadas sobre el escenario, a la participación de niños en escena o los “ruidos” de los instrumentos sobre el escenario.
Tanta acción y entretenimiento hace pasar por alto lo bien que suena la música liderada por el Maestro Hernán Sánchez Arteaga todo el tiempo. La decisión de los micrófonos creo yo está más que justificada, no solo por la falta de acústica de la sala sino que además estamos en presencia de una multitud de niños con lo cual se asegura así el volumen y eso está bien.
Todos los cantantes cumplieron con su labor interpretativa. Todos fueron divertidos y accesibles a los niños (incluso el director). El espectáculo en cuanto a infantil es redondo y en cuanto a música también.
La responsabilidad que ha tomado el equipo de Anna D¨Anna con la conducción de María Jaunarena es sumamente estimulante para quienes gozamos con este género y formato. Tomar el desafío de encontrar nuevo público para la ópera y adaptar este título para el disfrute de los niños es algo que debemos aplaudir. Ir a ver, con niños, y volver a ir.


Elenco:
Cenicienta: Florencia Machado, Cecilia Pastawski – Laura Álvarez Renedo (cover) Dandini: Gabriel Carasso Príncipe Ramiro: Sebastián Russo, Santiago Martínez – Elías Ongay (cover) Alas de Oro: Walter Schwarz, Gabriel Vacas Clorinda (hermanastra): Laura Penchi, Sabrina Cirera Anastasia (hermanastra): Verónica Canaves, Estafanía Cap Magnífico: Enzo Romano, Roman Modzelewski Guardia imperial (coro): Max Hochmuth, Mauricio Merren, Elías Ongay, Julio Rallé, Rodolfo Pettinicchio, Germán Valenti

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Opera

La Scala Di Seta – Por Fernando Johann

“La farsa (del latín farcire, ¨rellenar¨) es una forma dramática en la que los personajes se desenvuelven de manera caricaturesca o de situaciones no realistas” Ese es el primer renglón de wikipedia sobre el género que nos ocupa. Cuando vamos un poco más profundo encontramos que la farsa es además, un género operístico difundido entre la última década del siglo XVIII y las primeras tres del siglo XIX principalmente en Venecia y en Nápoles y en menor medida en el resto de Italia.
La scala di seta, estrenada el 9 de mayo de 1812 en el Teatro San Moisè de Venecia, cuando el compositor contaba con 20 años, se trata de una de las óperas de juventud de Rossini, quien compuso cinco óperas en tan sólo tres años: La cambiale di matrimonio, L¨inganno felice, La scala di seta, L¨occasione fa il ladro y Il signor Bruschino, ossia Il figlio per azzardo. Giuseppe Maria Foppa escribió el libreto para esta ópera de acto único del género Farsa Cómica, que como decíamos al principio, contaba con gran popularidad en la zona y para la época de su composición.
La historia comienza en la habitación de Julia: Una puerta al fondo con dos habitaciones a los lados. A la izquierda una ventana que da a un jardín.
A la derecha, una puerta abierta que da a una habitación. Una mesa cubierta por una manta, un escritorio, y sillas. Eso es lo que dice en el libreto, pensado para ser representado en una sala más cómoda y con un foso para acomodar a los músicos.
Cecilia Elías debió resolver esta situación en un espacio algo más comprimido y por lo tanto se vió obligada a la creatividad. La solución, impecable para este cronista, fue la de cambiar el tono y el recorrido de la historia para mostrarnos un universo de nueva interpretación en donde la bella estudiante Giullia, pupila de Dormont, es transformada a una diva de teatro del cual Dormont es director. Así las cosas Blansac, en lugar de ser simplemente el pretendiente que Dormont ha elegido para la damisela, es además flautista de la orquesta que nos brinda su música desde el propio escenario, a falta de foso en el Teatro Picadero. Los cantantes entonces interactúan con la orquesta en varias oportunidades lo que naturaliza exquisitamente el hecho de que todos están operando en dimensiones muy reducidas.
Lo que no cambia es que, desatendiendo los deseos del director, Giulia ya está casada Dorvil (amigo de Blansac) y que para mantener las apariencias, este sube por las noches a la habitación de Giullia y se desliza por las mañanas desde la ventana hasta la calle por una escalera hecha de seda. Debido al cambio de historia, la habitación de Giulia es en realidad un camerino dentro del teatro donde todo sucede, en la transición entre el siglo XIX y el XX.
La acción se completa con dos personajes que permiten el fluir de escena en escena, una, la prima de Giulia, Lucilla, que hace en esta realidad propuesta por Buenos Aires Lírica de asistente de vestuario o maquilladora, y por otro lado Germano (otrora un sirviente de la casa) que sí, claramente hace las veces de encargado de vestir a la Diva.
La performance de los cantantes fue pareja con un importante destaque en Guadalupe Maiorino (Lucilla) que aunque tuvo intervenciones más cortas que el resto destacó tanto en caudal como en calidez.
La intimidad de la sala del Teatro Picadero permite al menos tanto como limita. Una de las cosas que permite es el juego, la comedia, algo que el género exige y en ese espacio, Sergio Carlevaris (Blansac) se destaca. A Luis Loaiza Isler (Germano) se lo escuchó apenas lento por momentos, pero ciertamente tuvo momentos de brillo sobre todo en los momentos en los que cantó solo. El dúo con Constanza Díaz Falú (Giullia), aunque tiene corta duración, fue también de los momentos salientes de la noche.
En este caso los músicos estuvieron en el escenario dirigidos casi de frente al público por Carlos Davida Jaimes. El joven director de 31 años tiene un dominio firme de los 10 músicos y salvando un momento complejo con los vientos en la sinfonía, el contrapunto con los cantantes y también en las partes coreografiadas sonaron muy bien.
Este número no es frecuentemente presentado ni en Buenos Aires ni en el mundo. Injustamente considerado a veces “simple” y otras “breve” se han experimentado sin éxito diferentes empresas para lograr hacerlo popular. Creo que este embate de BAL es muy valioso en cuanto a traernos al joven Rossini de vuelta.
Los últimos versos de la ópera son con todos los personajes cantando y dicen más o menos así: Cuando el amor se hace sentir, el corazón se vuelve poderoso. Siempre aplasta con su poder, al que inútilmente le combate. Me parece un  mensaje que cuenta cómo vive esta compañía la ópera además de ser un final con muchísima energía.  Fernando Johann
Elenco: Constanza Díaz Falú (Giulia), Sebastián Russo (Dorvil), Luis Loaiza Isler (Germano), Guadalupe Maiorino (Lucilla), Sergio Carlevaris (Blansac) y Patricio Olivera (Dormont).
Diseño de escenografía: Rodrigo González Garillo Diseño de Vestuario: Julieta Harca Diseño de Iluminación: Ricardo Sica Puesta en escena: Cecilia Elías Dirección musical: Carlos David Jaimes, director asistente de la Orquesta Académica de Buenos Aires. Prensa: Octavia Comunicación