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Cuando deje de llover – Comedia Nacional – Teatro Solís

Por Fernando Johann

Voy a tomarme una línea para decir que la Sala Zavala Muniz del teatro Solís es impresionante. Nada, son las cosas que creo que vamos a hacer un tiempo más hasta que nos acomodemos a la nueva dinámica uruguaya.

La obra sucede en Alice Springs. 2039. Un pez cae del cielo – todavía huele a mar. Gabriel York sabe que algo anda mal porque hace días que llueve, pero no se espera nada especial, como se enteraría luego. Las historias interconectadas de dos familias durante cuatro generaciones, entre una predicción en Londres 1959 y su resultado en Australia ochenta años después, «Cuando deje de llover» es un rompecabezas por resolver.

Esta intrincada historia de múltiples capas explora la traición, el abandono, la destrucción, el olvido, el amor y el perdón. El daño a la tierra es una metáfora del que nos infligimos unos a otros. La mesa omnipresente nos muestra nuestra religión ausente. El viaje en el tiempo de la miseria humana nos trae al proscenio lo que nos hace humanos, muy a pesar del cambio en las condiciones de contorno.

El texto original de Andy Bovell, es una pieza de realismo mágico que plantea la pregunta: ¿podemos lidiar con el daño del pasado en el futuro? Presentada por primera vez en 2008, la obra se ha vuelto cada vez más relevante a medida que el mundo se pelea de manera sistémica con el cambio climático.

Sobre el escenario vemos una puesta minimalista. O todo lo minimalista que podría ser un espacio escénico en donde varias generaciones, familias y geografías tienen que convivir en 110 minutos de obra teatral. El diseño de escenografía es práctico y dinámico. Podemos decir que resuelve el problema de la mejor manera.

Los actores, todos parte de la Comedia Nacional (salvo por un invitado), se turnan en una sucesión dinámica que no permite una construcción comprometida de los personajes, sino más bien una que requiere del espectador en carácter de guardian de las líneas de tiempo. En este sentido no hay destaques, el ensamble funciona. Las oportunidades de tensión (que a su vez dan espectro emocional al actor) son aprovechadas y el equipo, se ve, entiende lo que está haciendo. Así sin más.

Recorriendo un poco youtube (esto es una deformación profesional) para asimilar lo que en otras latitudes se ha hecho con este texto, se puede ver que se ha representado de maneras diversas, en varios idiomas y con diferentes disposiciones anímicas generales (Se trata después de todo de un marco en el final del mundo, en un tiempo lejano en el futuro… hay tiempo como para que nos comportemos diferente).

La dirección de Fernando Toja es de contemporánea a moderna, pero con un idioma del tiempo presente. La dinámica y los dramas son actuales, tanto los del pasado como los del futuro. Todos los espectadores nos exponemos a la identificación de las propias miserias, quizás pasadas y quizás no tanto, empatizando con las experiencias de los personajes. Sin embargo nos parecen foráneas, traídas de otra tierra. Sea quizás esto lo que más llamó la atención de este cronista. El marco anglosajón de la historia (y por consecuencia sus reglas y desarrollo).

Cuando deje de llover, en esta versión de la comedia nacional en el teatro Solís triunfaría en cualquier calle teatral del mundo y por eso, realmente, vale mucho la pena ir a verla.

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Gala Lírica – Opera Joven – Teatro Solis

El 3 de abril pasado, al cobijo de la sala Delmira Agustini del teatro Solís, el colectivo musical OPERA JOVEN nos invitó a un recorrido musical desde Handel hasta Puccini, pasando por Mozart, Verdi y Bellini.

Hay una cuestión que, como emigrados (y virtualmente recién llegados), tengo que respetar cuando hago estas crónicas, al menos durante un tiempo más: Todavía estamos acomodándonos al circuito, aprendiendo las dinámicas y, en el singular caso de la ópera, conociendo a la gente.

Dicho eso diremos que las galas son una mezcla rara entre el deseo de los asistentes de escuchar hits, la necesidad de los cantantes de mostrar lo diestros que se han puesto en la pieza que prepararon y entre unos y otros, la construcción de un espacio espontáneo en donde, a pesar de no contar ni con escenografía ni con vestuario referido al tema, entendemos todos que hay un pacto poético que de todas formas exige una mínima interpretación.

Además, hay siempre una expectativa de vernos a todos con nuestras mejores galas, algo que del lado del público se ha perdido por completo pero que desde el escenario, se mantiene y con altos niveles de exigencia, se puede mencionar, por qué no.

En ese universo tan particular de las «Galas Líricas» y en ningún lugar mejor que el mismo Teatro Solís, este emprendimiento que pone foco en el estímulo de la Opera en el Uruguay estuvo a la altura, y sobresalió en varios frentes.

Podemos sacarnos de encima lo trivial y superficial primero: Estaban todos hermosos. La presencia de todos los cantantes, con sus estilos y elecciones de vestuario hicieron fanfarria de juventud y belleza. Los ojos agradecidos.

Nos ofrecieron dieciséis arias con identidades de todos los tiempos, con todos los estilos e incluso una pieza de zarzuela. No vale la pena y no sería justo hacer aquí una descripción detallada de cada performance, todas acompañadas en el piano por la maestra Mariana Airaudo (que junto con Nicolás Zecchi, que cantó en la gala, pertenecen al grupo fundacional de Opera Joven).

Todos los cantantes tuvieron su oportunidad de brillar y la mayoría lo hicieron. Lo hicieron con la iluminación sobre su figura, sin la distracción de la actuación ni el marco de la escenografía. Su voz, su técnica y sus ganas de mostrarse. El resultado fue muy bueno. Tenemos en Montevideo talento que no debemos envidiar a nadie. Talento joven además, con mucho para crecer y lograr cosas. Si hubiera que nombrar especiales, este cronista, recién llegado a este puerto, dirá que seguirá con atención las próximas presentaciones de Alfredo Belloni y Florencia Santini, que, a humilde interpretación de quién firma, conectaron de manera saliente con la música y las cien personas del público.

Una nota en el final: Luego de los aplausos iniciales, se nos comunicó que Opera Joven presentará en la sala Zitarrosa Don Giovanni de Gazzaniga a mitad de año y desde este espacio extendemos la invitación a concurrir a ese espectáculo.

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Espíritu Burlón – por Fernando Johann

Cuando comienza la obra, las peripecias de José Osorio se nos presentan en el escenario como una historia más, como un testimonio perfectamente anónimo de la vida urbana montevideana de «cuando había estación de tren». Rodrigo Spagnuolo hace las veces de narrador y acompañante de los distintos cuadros ya sea con la voz, el sampler, la guitarra o desde la percusión.

La propuesta es una en la que las canciones erupcionan sobre un diálogo que recorre la vida del protagonista. Los niños lo disfrutan (este cronista acudió al Teatro Stella con un representante de 6 años que la pasó muy bien y se quedó canturreando la última canción). Los tiempos son cortos y los recursos, aunque lejos de complejos, son atractivos visualmente.

Espíritu Burlón es dos cosas a la vez: Por un lado es una canción de
Eduardo Mateo y por otro, una consistente muestra de cómo eran las cosas antes, digamos cuando no había internet, pero antes también. El tono musical es en el código de la música de los sesentas y setentas, como es de esperarse, pero ese espíritu trasciende la música.

Sobre el escenario hay un escritorio en donde José Osorio (Nico Varela) se sienta a trabajar en la oficina de correos, un manojo de relojes de distinto formato y presencia que se utilizan en un tramo del desarrollo y una gran pantalla-archivo donde se proyectan animaciones además del video, como un cuarto integrante del elenco con el cual se han coreografiado idas y vueltas de texto.

La historia, el hilo, es secundario. Está plagado de referencias «adultas» que al público infantil se le pasan de largo. Uno (adulto) se queda con las ideas, los niños con la acción.

El elenco lo completa Mariana Escobar, que con mucha sensibilidad musical acompaña a José Osorio primero como Jacinta una cantante brasileña y luego como Kin Tin Tan su hija mexicana.

La propuesta atrae la atención de los chicos, que contestan en vivo a las preguntas retóricas de los artistas sientiéndose parte y a la vez, invita a reflexionar a los adultos en pequeños raptos mientras transcurre la obra. En el fondo, José Osorio es en realidad el espíritu artístico de todos y todas. El mensaje del espectáculo nos recuerda que el tiempo pasa, que el tiempo no se detiene, que no se recupera y que lo importante no espera.

Parar, pensar, hacer lugar a la travesura y convivir por un momento con la música desenfadada en tono setentoso, para quienes no vimos a Eduardo Mateo en vida, y lo tenemos que disfrutar por youtube, quizás sea el mejor homenaje, sin dudas.

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Gala Tango coral – Coro Nacional del Sodre

por Fernando Johann

El auditorio nacional SODRE comenzó su actividad pública el pasado 19 de febrero (este cronista asistió el 20) con la puesta de un set de tangos arreglados para coro, coro y sexteto, más el clásico sexteto y cantante en la sala Eduardo Fabini del Auditorio Adela Arreta.

Debo, empero, comenzar haciendo el descargo de que la música coral y el universo de los coros en general no es sólo un tema más de los que me podría tocar cubrir ya que ha sido parte de mi vida por veinte años, de los seis a los veintiséis. Algunas de las personas que más admiro y que más me han enseñado de música y musicalidad aterrizaron en mi vida por compartir voces en un coro, cuando no haciendo la dirección de los mismos.

Por consiguiente, todo cuanto sigue estará inevitablemente cargado. Pido las disculpas del caso de manera preventiva y procuraré hacer debido uso de las aclaraciones mientras se desarrolle este comentario.

El tango tiene un muy actual perfil agrietado en cuanto a su interpretación coral. Hay, y podemos ponerlos en una proporción cercana a la mitad, quienes dicen que el tango en coro es un esperpento, que nada puede salir de allí y que debemos incendiar cuanto arreglo se haya hecho de «mi noche triste» para soprano tenor, bajo y contralto.

Hay también como presupone la proporción, otros que disfrutan de la experiencia orquestal y empujan a sus grupos de pertenencia a esta versión del tango canción. La música tiene, en ese sentido, una flexibilidad que las personas, por fuera del ritmo y la armonía, no muestran.

El coro Nacional del Sodre hizo equilibrio entre todas las posturas. Desde la realización, se promovieron versiones puramente vocales, exclusivamente instrumentales y claro, tangos cantados a la moda, por una sola persona como para recordar conciertos que, pre pandemia, no sonarían tan nostálgicos.

La técnica del auditorio se lleva un aplauso aparte. Ese aplauso que no aparece, porque sólo vale cuando nadie lo nota. El sonido fue impecable, máxime teniendo en cuenta lo desafiante de una microfonía que debe lidiar con las distancias mandatorias de la coyuntura actual.

El repertorio recorrió hits. Está bien. Era necesario. El público lo agradeció. Estábamos todos contentos de volver, aunque con aforo y estricto orden de salida (tomó un tiempo justo, pero no estamos acostumbrados a ordenar la retirada para evitar concentraciones).

Los solistas, aunque de rendimiento dispar, se congraciaron con una platea que tuvo el corazón empeñado los 60 minutos del espectáculo.

La gala del pasado sábado contó con el apoyo del Sexteto Hagopian que por momentos se tragó todo el show. Un punto alto, altísimo en la performance de Jorge Pi, detrás del contrabajo del ensamble.

Tiene buena pinta el año. Lo digo con todo el cuidado que estos tiempos parecen requerir. Si así empezamos, imposible no estar entusiasmados.

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Opera

La Flauta Mágica – Por Fernando Johann

Si por cuestiones de originalidad (o entretenimiento) a partir de lo nuevo/desconocido uno fuera a la ópera, la experiencia sería toda una frustración sistemática. La ópera es un género muy vivo, es cierto, y hay miles de representaciones a lo ancho y largo del mundo todos los años que se realizan por primera vez en la historia. Composiciones que se estrenan. Autores y compositores que saltan a la luz.

Ese proceso se da, sin embargo, en un contexto más bien de apreciación de lo histórico. Eso es así al menos si lo miramos estadísticamente ya que, si uno busca la información verá, los compositores más representados y las óperas más realizadas son todas al menos del siglo XIX. De ahí para atrás. En ese espacio, la obra que nos ocupa está este año en segundo puesto (hasta ahora, detrás de La Traviata de Verdi que también nos ofreciera juventus lyrica en mayo).

Es decir, nadie espera realmente ver algo original cuando nos sentamos en la butaca del teatro, los diálogos son en su mayoría conocidos, la historia está incorporada, los finales ya se han compartido. Pero hay sin embargo una intención de ver como lo hacen “esta” vez, y dejarse sorprender si es que por caso, aparece algo fuera de serie que nos deja boquiabiertos.

La decisión de Juventus Lyrica, a través de su realizadora María Jaunarena,  fue en este espacio, una que resulta algo comprometida. La puesta de este año 2019 hace eco de muchísimo de lo hecho en 2013 con el mismo título, en algunos casos hasta con el mismo cantante (Gabriel Carasso, otra vez impecable como Papageno) en el mismo rol, poniendo sobre la mesa la idea de una reposición.
Las notas escénicas son, entonces, más o menos las mismas, con muy buenos recursos de escenografía para partir la acción, y mostrando una semiótica muy en concordancia con el el libro original de Emanuel Schikaneder. El espectáculo pasó la noche del viernes 26 de junio por completamente otro lugar. La música regalada en la obertura por parte de la orquesta liderada por Herr Schwartzman fue lo mejor, sin lugar a dudas, que se escuchó en el teatro avenida en mucho tiempo. No puedo sino deshacerme en loas. Una caricia que va literalmente al alma. Inolvidable.

La historia es ciertamente compleja, a la vez que mágica y absolutamente ficcional, pero si hubiera que narrarla rápidamente deberíamos decir que:
El príncipe Tamino (Nazareth Aufe) se adentra en una tierra extraña donde se encuentra con una serpiente espantosa, se encuentra con Papageno, el cazador de aves y los Tres Asistentes de la Reina de la Noche (Laura Penchi, Verónica Canaves, Rocío Arbizu), que los confían a Pamina (Jaquelina Livieri), la hija de la Reina (Oriana Favaro), secuestrada por Sarastro (Walter Schwartz).
Tamino y Papageno llegan al reino de Sarastro solo para descubrir que contiene El Templo del Conocimiento, donde se les presentan 3 desafíos para completar antes de que puedan encontrar la iluminación, el verdadero amor y liberar al mundo del mal.
Con la ayuda de una flauta mágica y campanadas mágicas, el mal es desterrado, las personas pueden vivir una vez más a la luz del Sol y Tamino se une a Pamina, mientras Papageno descubre Papagena (Ana Sampedro).

Las reglas del singspiel, tipo de opereta con diálogos hablados, como La Flauta Mágica suelen ser simples pero a la vez de mucha libertad. Al ser en alemán, es común que algo de acento se cuele en los parlamentos, cosa que pasó, de modo para nada parejo entre los cantantes.

El dúo inicial entre Livieri y Carasso, así como el desempeño general de estos dos cantantes fue particularmente destacable. Livieri llenó la sala de voz en cada intervención y Carasso el escenario con su composición del personaje del pajarero en cada aparición.
La perla de la noche fueron los tres niños, confirmados por el aplauso al final de la función, en esta oportunidad interpretados por tres jóvenes cantantes (Sol Sánchez Arteaga. Micaela Sánchez Arteaga y Abril Roitman) a las que prestar atención en lo venidero. Como se dice en el léxico futbolero, la descosieron.

Sin dudas esta nueva puesta Juventus Lyrica es una que vale la pena ir a disfrutar y festejamos desde esta columna el éxito de taquilla que se pudo ver en las dos primeras funciones, colmando las más de 1000 butacas del recinto.

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Infantiles Teatro Musical

La Sonada Aventura de Ben Malasangue – Por Fernando Johann

Si uno, atraído por el nombre, el plan, el conveniente horario de los sábados, o cualquier otra característica saliente de su título, busca La Sonada Aventura de Ben Malasangüe en google, lo que seguro saldrá primero es una oferta para comprar, quizás en Mercadolibre o alguna de las editoriales que con el tiempo han hecho el trabajo de llevar el libro al mercado.

La Sonada Aventura de Ben Malasangüe es la primera versión teatral musical de la clásica novela para chicos de Ema Wolf, que, valga la aclaración, no es ni spoiler ni mucho menos de lo que puede pasar o vendrá luego, ya sea que se haya leído el libro primero, o que esta puesta teatral los lleve a la lectura.

La versión que nos ocupa irradia musicalidad desde el primer momento hasta el último. Es, en ese sentido, un evento sumamente atractivo para los niños y jóvenes que ven robada su atención. Las canciones son pegadizas y acompañan la historia de forma integral, respetando las reglas formales del musical.

En la historia, que nos cuenta un gato (Hernán Lewkowicz, el más constante en todo el devenir de la puesta), un capitán de mar (Malasangüe) y su tripulación, asfixiados por el tiempo que hace que están en altamar, terminan por tocar tierra en una isla. Presumiéndola desierta se disponen a encontrar qué comer y beber y terminan dando con un casco habitado, al centro de una plantación gigantesca de bananas. 

La acción se complica cuando los residentes de la finca, engañados por sus propios miedos, deciden que los recién llegados tienen una agenda subrepticia para nada conveniente. El regente local es el baronet (interpretado por Gastón Jeandet, el más cómico y comprometido con el tono de la obra) que a su vez tiene dos sobrinos, Floriana y Alfredo, con su propia línea argumental. Si algo puede decirse de la forma en la que está presentada la historia es que no faltan los detalles.

La totalidad del elenco cumple múltiples funciones, en ocasiones cantando y en otras tocando diferentes instrumentos, en algunos casos haciendo ambas. Cuando la tensión se aplana apenas, siempre hay alguien dispuesto a la estridencia para volver a llamar la atención de los niños. Este cronista fue testigo de como ninguno se aburrió, en ningún momento.

La línea argumental es de piratas sólo en teoría, ya que toda la semiótica está repleta de referencias a la cultura rioplatense y sus minucias. Desde los ritmos, pasando por los mates y las referencias gastronómicas hasta el literal desembarco en un “mar de agua dulce”. El texto entretiene.

Esta oferta de invierno en el Galpón de Guevara, con música y canto en vivo, y el muy conveniente horario “post siesta” es una garantía de divertimento para chicos. Una muy buena alternativa en estas vacaciones.